Noboa rompe récord y coloca a Ecuador en el primer puesto… de la inseguridad

 

15 meses de gestión de Daniel Noboa al frente de Ecuador han dejado más dudas que certezas. Aunque su gobierno ha impulsado medidas como el aumento del IVA, decretos, convenios internacionales y una consulta popular, la violencia en el país sigue desbordada. Las promesas de solución a la inseguridad parecen haberse desvanecido ante la cruda realidad. Uno de los grandes anuncios, el Plan Fénix, nunca terminó de esclarecerse, dejando a la ciudadanía cuestionando su efectividad. En febrero de 2025, Noboa destituyó a Mónica Palencia, la Ministra de Interior, reflejando la inestabilidad en el manejo de la seguridad. ¿Qué ha logrado realmente el gobierno de Noboa en su lucha contra el crimen? Los datos y la situación actual podrían sorprenderte.

Aumento de homicidios: De la promesa a la tragedia

En 2023, Ecuador registró una tasa de homicidios de 45 por cada 100,000 habitantes, una de las más altas de América Latina. Este aumento se debe en parte a las políticas de los gobiernos anteriores, como las de Lasso y Moreno, que eliminaron ministerios clave y redujeron los recursos para la seguridad. La falta de acción efectiva permitió que las bandas criminales se expandieran y consolidaran su poder, con ciudades como Guayaquil y Durán convirtiéndose en epicentros de violencia.

Lo más alarmante es que en 2024, la situación empeoró aún más. Ecuador pasó de ser uno de los cinco países más INSEGUROS de la región en 2023 a convertirse en el país más INSEGURO de América Latina. Según Insight Crime, este ascenso escalofriante en el ranking de criminalidad refleja un fracaso rotundo del gobierno de Noboa en la implementación de políticas efectivas contra el crimen. Las bandas criminales y los grupos de narcotraficantes se han beneficiado de la falta de un plan de seguridad robusto y de la ausencia de una estrategia de combate firme, lo que ha permitido que la violencia se disparara a niveles históricos (Insight Crime, 2023, Insight Crime, 2024).

 

Masacres y violencia desbordada

Los primeros meses del año 2025 no mostraron signos de mejora. Las masacres se incrementaron, reflejando la atomización de las bandas y la intensificación de los conflictos internos. A pesar de los esfuerzos gubernamentales por declarar un "conflicto armado interno" y lanzar ofensivas militares, las cifras de homicidios se mantuvieron alarmantemente altas. En enero de 2025, Ecuador registró 781 homicidios, convirtiéndose en el mes más violento de su historia reciente. Esta cifra representa un incremento significativo en comparación con los 505 asesinatos reportados en el mismo mes de 2024. Las provincias más afectadas incluyen Guayas, Manabí, El Oro, Santa Elena, Sucumbíos y Tungurahua. Además, más de 40 menores de edad fueron asesinados en enero de 2025, algunos de ellos con menos de un año de vida. Este panorama refleja la incapacidad del gobierno para establecer un control efectivo y sostenible sobre las organizaciones criminales que operan a lo largo del país. (eldiario.ec, lahora.com.ec, prensa-latina.cu)

 

Medidas gubernamentales: ¿Soluciones o parches?

Ante este panorama, el presidente Noboa ha buscado apoyo internacional, incluyendo la solicitud de ayuda militar extranjera para combatir a los cárteles de droga y la delincuencia organizada. Sin embargo, estas medidas han sido insuficientes para frenar la violencia. La falta de una estrategia integral y sostenida ha dejado al país en una situación de vulnerabilidad constante (AP Noticias).

 

Conclusión: 15 meses perdidos en la lucha contra la inseguridad

A lo largo de sus 15 meses en el poder, Noboa ha demostrado ser incapaz de abordar con eficacia la creciente ola de inseguridad que azota a Ecuador. Las promesas de restaurar la paz y el orden han quedado en palabras vacías, mientras las cifras de homicidios siguen superando las de países con históricas tasas de violencia. Si en este tiempo no ha logrado una estrategia efectiva para controlar el crimen, parece poco probable que lo logre si se reelige. Es urgente que se adopten medidas más sólidas y sostenibles, pero la falta de resultados tangibles hasta ahora deja a los ciudadanos con serias dudas sobre su capacidad para resolver la crisis de seguridad que atraviesa el país (O).