En cifras: Lo que bloquea EE.UU. a Venezuela y lo que ofrece como ayuda humanitaria




9 febrero 2019| Alfredo Jalife

Desde la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington, el secretario de Estado norteamericano Mike Pompeo ofreció a la oposición la cantidad de 20 millones de dólares para la cuestionada ayuda, una cifra irrisoria en comparación con lo que el Estado de Venezuela gasta una y otra vez para la importación de alimentos y medicinas para la población, indica el ejecutivo venezolano.

Entre 2017 y 2018, tanto la Unión Europea (UE) como la Casa Blanca habrían enviado unos 60 millones de dólares en la mencionada "ayuda". Recientemente, también Canadá indicó que concedería cerca de 39 millones de dólares para la causa humanitaria.


La Unidad de Debates Económicos de CELAG ha realizado un estudio en el que demuestra que el bloqueo financiero internacional a Venezuela desde 2013 es el principal responsable de la crisis económica. Este bloqueo supuso la pérdida de 350.000 millones de dólares en producción de bienes y servicios entre 2013 y 2017, según uno de los escenarios planteados dentro del modelo macroeconómico de consistencia que fue utilizado.

Las consecuencias económicas del boicot contra Venezuela

El estudio subraya la importancia capital de los bloqueos financieros para estrangular la economía de un país. Los ataques externos a la capacidad económica y productiva de una nación pueden acabar con la misma en cuestión de pocos años y, en los últimos tiempos, suelen ser el preludio a una intervención militar. En este sentido, los autores advierten que la supuesta crisis humanitaria y la migración de centenares de miles de venezolanos tienen su origen en el boicot económico de Estados Unidos y sus aliados. Sin embargo, el Gobierno estadounidense justifica una eventual intervención en esa presunta catástrofe humanitaria y en la emigración masiva que su bloqueo, precisamente, habría creado.

En el caso de Venezuela, el bloqueo se ha basado en la expulsión del país de los mercados financieros internacionales, impidiéndole recurrir al mercado de créditos tanto para renovar vencimientos como para realizar nuevas colocaciones. En un país integrado al mundo como proveedor de petróleo, la especialización productiva condujo a una alta dependencia de las importaciones que resultan financiadas con los ingresos petroleros. Es por eso que el boicot financiero y comercial sobre Venezuela tiene consecuencias mucho más graves que en economías diversificadas.

Desde que Nicolás Maduro asumió la Presidencia en 2013, el sector público venezolano dejo de recibir en términos netos flujos que en el quinquenio 2008-2012 habían supuesto más de 95.000 millones de dólares, es decir, unos 19.000 millones de dólares anuales.

A esto hay que añadir los cuantiosos pagos que supuso la elevación del riesgo país por parte de las agencias calificadoras. A pesar de que Venezuela cumplió puntualmente los pagos de la deuda externa, agencias como Standards & Poors o Moody´s colocaron el riesgo país por encima de los 2.000 puntos desde 2015, con picos de hasta 5.000 e incluso 6.000 puntos recientemente.  Los motivos aducidos por estas calificadoras a la hora de evaluar países son opacos pero la tendencia es puntuar bien a aquellos que favorezcan políticas de libre mercado y castigar lo contrario. Así es como la deuda venezolana, a pesar de seguir pagándose sostenidamente, era calificada como de altas probabilidades de default con una calificación peor que la de países en guerra como Siria.

Por este motivo, el Gobierno venezolano tuvo que pagar en el quinquenio 2013-2017 más de 17.000 millones de dólares, unos 3.300 millones de dólares anuales.

En resumen, si se suma el valor promedio anual de divisas que ya no entraron producto del bloqueo (19.200 millones), más lo que el país tuvo que pagar promedio cada año correspondiente a la deuda externa (3.300 millones), se puede concluir que la economía y la sociedad sufrió una asfixia internacional de 22.500 millones de dólares anuales producto de una estrategia deliberada internacional de aislamiento financiero. Evidentemente esta presión financiera se intensificó desde 2015 con la caída del precio del crudo.

Todos los escenarios planteados por el estudio de CELAG demuestran que la economía cada año habría tenido un mejor comportamiento en el caso de que se hubiera dispuesto de esos 22.000 millones de dólares anuales. Por el contrario, la pérdida de esa cantidad explica en un 60% el deterioro económico. Como consecuencia del bloqueo, las pérdidas en producción de bienes y servicios oscilaron entre una horquilla de 350.000 millones y 260.000 millones en el periodo 2013-2017, lo que supone entre 12.200 y 13.400 dólares por cada venezolano o venezolana. El país perdió en ese quinquenio entre 1,6 y 1,1 Productos Internos Brutos.

Un país tan dependiente de las importaciones como Venezuela no puede activar su aparato productivo sin divisas. El estrangulamiento de la financiación exterior ha significado, en términos metafóricos, un bombardeo masivo sobre sus fábricas e industrias. Si el Gobierno de Nicolás Maduro hubiera contado con un financiamiento internacional como del que dispuso Mauricio Macri en sus primeros tres años de mandato, el crecimiento del PIB venezolano sería superior al argentino.

Nota originalmente publicada aquí

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