Opinión.
El pacto entre Nebot y Moreno se ha evidenciado en los últimos meses.
Durante la segunda vuelta electoral en el 2017, cuando Nebot no apoyó a Guillermo
Lasso como candidato a presidente, se fraguó todo este complot contra Correa. La
ambición de Nebot y Lasso fue grande de parte y parte, que ninguno de los dos quiso
compartir el poder en caso de que el PSC o CREO ganen las elecciones.
Siempre se supo que Nebot negoció con Moreno, pero nunca nos imaginamos hasta
qué punto.
Para Nebot, un viejo zorro de la política ecuatoriana, es pan comido ganarle a
Guillermo Lasso en caso de que los dos se lancen como candidatos a presidente en
los comicios del 2021. Bucaram no es una amenaza ni para Lasso, ni para Nebot,
pues más que un político, los ecuatorianos consideran a Bucaram como un payaso
que hace política por medio del morbo por lo que posee poco apoyo.
La única persona que puede tirar a la basura las aspiraciones de Nebot es Rafael
Correa. Era previsible que, aunque mucha gente ya no quería a Correa en sus últimos
años de gobierno, el pueblo lo extrañaría al ver que Moreno no está a la altura de un
gran estadista como Correa. Era previsible que la popularidad de Correa crecería
durante el gobierno de Moreno y Nebot leyó bien las jugadas.
Ahora el pacto entre todos los políticos se fundamenta en dejar a Correa fuera de la
competición política por medio de juicios y querellas hasta que se lleven a cabo las
nuevas elecciones presidenciales.
Ahora es el caso Balda, ya empezó el caso de Gabela, luego vendrá los de Luluncoto,
luego vendrá los Yasunidos, la refinería del Pacífico y toda excusa que pueda ser
considerada como crimen de estado para poder atacar a Correa.
Moreno no quiere a Correa preso, solo lo quiere lejos.
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